En tiempos donde cada vez más la apatía y la indiferencia
ganan terreno, se agradecen –o al menos por mi parte –las películas como Shame, que nos cuentan una historia que
n papel puede sonar burda, facilista y morbosa, pero que en su resultado invita
a algo más que verla.
Esta es una historia de un oficinista con una buena pega, su
departamento propio y su adicción al sexo. Pero es importante detenerse ahí
–sin dar mucho dato para no spoilearlos
–y resumir que la película no trata de esto sencillamente, lo que nos llevaría
a un producto más erótico que dramático.