TÍTULO ORIGINAL: Black Swan
DIRECTOR: Darren Aronofsky
GUIÓN: John McLaughlin, Mark Heyman
MÚSICA: Clint Mansell
FOTOGRAFÍA: Matthew Libatique
REPARTO: Natalie Portman, Mila Kunis,
Vincent Cassel, Winona Ryder, Barbara Hershey
Podría empezar de varias formas este comentario, pero lo único que tengo claro es que me voy a ir al porcino con su extensión, así que están avisados. Sigo el cine de Aronofsky, su director, desde su primer largometraje, aquella incomprensiblemente hermosa “Pi, fe en el caos” de finales de los años 90. Siempre he rescatado que una de sus cualidades es hacer películas que, si bien tienen un trasfondo similar, son distintas en su puesta en escena.
Esta vez “El Cisne Negro”, si bien por momentos encontramos símiles en su argumento con la correctísima y sufrida “El luchador”, estamos frente a una historia que en su desarrollo posee elementos mucho más perturbadores que la mencionada cinta protagonizada por el “resucitado” Mickey Rourke.
Nina (Portman) es una bailarina en una compañía de ballet en Nueva York que está ad portas de su quiebra y que, de la mano del director Thomas LeRoy (Cassel) intenta salir a flote con una versión moderna del clásico escrito por Tchaikovski “El lago de los cisnes”.
Aquella acción es una empresa arriesgada al igual que la realización de esta película en los parámetros que Aronofsky propone. La historia puede creerse con un drama artístico de una joven por lograr el éxito. Pero lo que nos cuenta su guión contiene piezas inquietantes que la hacen posicionarse más como un intenso thriller psicológico que está movido inicialmente por una historia dramática.
“El Cisne Negro” posee un elenco elegido con inteligencia, como acostumbra su director, y con una intensidad interpretativa ya vista en cintas suyas como “Réquiem por un sueño” o “La fuente de la vida”. Se nota la química entre realizador y actor con brillantes puestas en escena.
Cassel demuestra nuevamente su solidez, como lo ha hecho en “Promesas del Este” o “Irreversible”, por ejemplo. Kunis, a quien he ido observando sólo en los últimos dos años en cintas tan distintas como “Olvidando a Sarah Marshall” y “El libro de los secretos” y que es conocida por la serie “That 70’s Show”, ofrece una muy buena interpretación, tomando en cuenta la separación de su personaje Lily. Pero quien logra un clímax y uno de sus mejores roles es Natalie Portman, que ofrece una profundísima caracterización, una actuación perfecta –que irónicamente es lo que busca su personaje Nina –y que sólo decae en algunos detalles técnicos del baile, pero en esencia deslumbra en la pantalla.
El guión logra entretener, interesarnos por los personajes. La fotografía es perfecta, considerando aún la gran importancia visual de la historia. Matthew Libatique realiza un trabajo prolijo y que aporta más luces y sombras de las que ya existen, entregándonos mayor intensidad. La música de Clint Mansell, en esta ocasión, está parcialmente supeditada por la música del Lago de los cisnes, pero aporta variaciones de ellas y además ofrece piezas originales de música ambiental más simples pero igual de profundas.
Podríamos pensar que el retrato que hace Aronofsky del mundo del ballet es absurdo y exagerado, pero de hecho las principales mencionadas, o sea, bailarinas, al momento de criticar el filme no han reprochado aquello, mencionando como casi único aspecto negativo la “falta de técnica” de baile demostrada por la protagonista. Por lo que se llega a un consenso de que los tópicos tratados por “El Cisne Negro” son más que cercanos y realistas, más allá del toque de terror y suspenso que le agrega el guión.
La película pone en la mesa temas tan importantes y complejos como la anorexia, una torcida relación madre-hija, la búsqueda –y/o necesidad –de ser perfecta, la locura. Y la riqueza de ella reside en la forma tan cercana en que nos invita a ser partícipes de lo que ocurre en sus escenas.
“El Cisne Negro” responde como el hermano desquiciado de “El luchador”, como les comentaba al principio que había relaciones argumentativas. Pero sólo eso, el drama y la necesidad imperante de superación. Porque lo demás es algo terrorífica y conmovedoramente distinto; un cóctel de emociones con un ímpetu vertiginoso cada vez un paso más cerca de la perdición.
Luego de verla, fue imposible no hacer un parangón con una cinta que personalmente es una de mis favoritas en la animación: “Perfect Blue”. Una cinta japonesa dirigida por el gran Satoshi Kon –quien falleció el año pasado –que nos muestra aquel terror más allá de lo explícito, un terror en aquella falta de límites entre lo real y la imaginación, entre el sueño y la vida despierta, algo muy presente en la película de Aronofsky.
Es importante mencionar que si no conocen ni en peleas de perros “El lago de los cisnes” da exactamente lo mismo. También si no son seguidores del ballet, porque todo lo necesario está explicado y yo, mínimo entendedor de estas artes escénicas, comprendí todo y tal vez más de lo necesario.
“El Cisne Negro” llega a los cines chilenos el 27 de enero, así que márquenlo en el calendario porque es la primera película del año que recomiendo al ciento por ciento. Y si después no les gusta a lo Juana de Arco me queman en la hoguera no más.
La vi hace poco, llegué a emocionarme como nunca antes, esa pasión y locura me dejaron anonadada
ResponderEliminarEsa capacidad que tienn muy pocos directores!
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